Carlito avanza hacia el hispanismo, ¡bienvenido a bordo! Ahora debe profundizar en el papel de la masonería, siempre al servicio anglosajón, dentro del secesionismo cubano. Por otro lado, sería interesante que investigue las andanzas catalanas de Céspedes, quien sirvió a los espadones liberales contra los carlistas. Estos últimos, además de defender el trono de Carlos María Isidro de Borbón, sostenían los fueros de las zonas periféricas frente al centralismo liberal madrileño. Carlos Manuel de Céspedes apoyó, en las Guerras Carlistas, al bando de la regente María Cristina, que defendía la regencia de ésta y la sucesión de Isabel II frente a los carlistas partidarios de Carlos María Isidro de Borbón. Durante este conflicto, Céspedes se destacó en los frentes vasco, navarro y catalán, obteniendo méritos de campaña y ascensos militares, mientras algunos de sus hermanos militaban en el bando contrario. Por último, conviene recordar que Cuba no debe su independencia ni a los norteamericanos ni a los separatistas, sino a quienes, desde la Península, dieron la orden de rendir la Isla cuando los patriotas hispano-cubanos estaban lejos de ser derrotados.
Carlito avanza hacia el hispanismo, ¡bienvenido a bordo! Ahora debe profundizar en el papel de la masonería, siempre al servicio anglosajón, dentro del secesionismo cubano. Por otro lado, sería interesante que investigue las andanzas catalanas de Céspedes, quien sirvió a los espadones liberales contra los carlistas. Estos últimos, además de defender el trono de Carlos María Isidro de Borbón, sostenían los fueros de las zonas periféricas frente al centralismo liberal madrileño. Carlos Manuel de Céspedes apoyó, en las Guerras Carlistas, al bando de la regente María Cristina, que defendía la regencia de ésta y la sucesión de Isabel II frente a los carlistas partidarios de Carlos María Isidro de Borbón. Durante este conflicto, Céspedes se destacó en los frentes vasco, navarro y catalán, obteniendo méritos de campaña y ascensos militares, mientras algunos de sus hermanos militaban en el bando contrario. Por último, conviene recordar que Cuba no debe su independencia ni a los norteamericanos ni a los separatistas, sino a quienes, desde la Península, dieron la orden de rendir la Isla cuando los patriotas hispano-cubanos estaban lejos de ser derrotados.