N.º 54 - 1868: injerencia chilena
Chile promovió una guerra civil en Cuba, no por la independencia
El gobierno chileno, en guerra con el español (aquí lo explicamos), mueve ficha y nombra a dos agentes confidenciales: Manuel A. Matta (1826-1892), ante los gobiernos de Colombia y Venezuela, y Benjamín Vicuña McKenna (1831-1886) en Nueva York. Manuel A. Matta es meridiano cuando, siguiendo órdenes de su gobierno, analiza cómo Chile puede dañar a España:
De Cuba i Puerto-Rico, donde tambien podria herirse, con venta-ja, a nuestros enemigos, i ahora con mas facilidad i mas probabilida-des de buen éxito, a consecuencia de los movimientos insurrecciona-les en la Península, no he sabido sino jeneralidades vagas que si bien me incitan a perseguir la realizacion de propósitos honrosos i venta-josos para nuestra causa, aprovechando los medios e instrumentos que puedan presentarse, no son suficientes para intentar nada sério, por ahora.1
Las instrucciones del gobierno chileno son muy claras, como puede colegirse de la lectura de la Nota n.º 7, de 1.º de octubre de 1865 del ministro de Relaciones Exteriores a Manuel Matta:
Entre los medios de cooperacion que pue-den ofrecernos, hai dos primordiales: el primero, cerrar sus puertas al comercio i bandera de España; el segundo, hacer armamentos ma-rítimos regulares, o a lo menos, armar corsarios que, unidos a los nuestros, devasten la marina mercante española i protejan a los pa-triotas de Cuba i Puerto-Rico en sus intentos para conquistar la in-dependencia de aquellas islas i purgarlas de la plaga de la escla-vitud.
«Damos a este último punto una importancia capital. Segun los informes que se nos han trasmitido, existen numerosos refujiados de Cuba i Puerto-Rico en los paises que va US. a visitar, i sobre todo en los Estados Unidos, donde cuentan con fondos cuantiosos reunidos para fomentar proyectos de insurrreccion. Dar a estos proyectos unidad, direccion i un carácter respetable, seria asegurarles desde luego muchas condiciones de buen suceso. Esta obra seria fácil a los Gobiernos de Colombia i Venezuela, a quienes instará US. a acome-terla, ia cuyos esfuerzos en tal sentido reunirá US . los suyos sin re-serva. Al efecto, se pondrá US. en comunicacion con nuestro ajente confidencial de los Estados Unidos, el señor Vicuña Mackenna, que lleva instrucciones sobre el particular, i por su medio, trabajará en combinar la accion de los patriotas de Cuba i Puerto-Rico i la de nuestros corsarios en el mar de las Antillas.
Vicuña McKenna publica sus memorias en 1871 bajo el título Diez meses de misión en Estados Unidos. El primer capítulo Mi misión, y el primer párrafo, son del tenor siguiente:
El último día de septiembre de 1865, una semana después de declarada la guerra a España, recibí, encontrándome en la Comisión de subsidios de que era secrertario, una esquela en que se me llamaba urjentemente al ministerio de relaciones esteriores (…) El gobierno deseaba enviarme a los Estados Unidos en una misión inusitada pero de alto honor, en su concepto, la misión de ajitador. Vicuña McKenna, pág. 1
Las conversaciones de Vicuña McKenna con los rebeldes pronto llegaron a un impasse: McKenna prometía armas, hombres y apoyo diplomático, con la condición de que los rebeldes realizaran actos de insurgencia en el territorio cubano. Los cubanos, por otra parte, esperaban esos recursos para poder comenzar las hostilidades. Es obvio que los cubanos desconfiaban de Chile. Vicuña McKenna, sin embargo, hábil de pluma, creó La voz de América, un periódico subversivo contra España que se distribuía mayormente en Francia y Cuba.
El gallo contra España:
Y por supuesto, también glorificaba a López:
La propaganda separatista era amplia y abarcadora:
Es por esta razón que el cuento de la historiadora Portuondo sobre el origen de la bandera de Yara es un cuento enorme. Según Portuondo, nadie recordaba el diseño de López, pero esto contradice la enorme propaganda que usaba el diseño en distintos arreglos.
Durante su campaña de agitación y propaganda en Estados Unidos, Benjamín Vicuña Mackenna impulsó la publicación del periódico La Voz de la América. Órgano Político de las Repúblicas Hispano-americanas y de las Antillas españolas, actualmente conservado en la colección Documentos del Museo Nacional Benjamín Vicuña Mackenna. Junto a Luis Aldunate y el escritor veneciano Marcos Paolo, lanzó el primer número el 21 de diciembre de 1865. El propósito era claro: promover la unión continental, apoyar la independencia de Cuba y Puerto Rico, y respaldar a Chile y Perú frente a la agresión española. La publicación recopiló una amplia gama de textos, incluyendo artículos, ensayos, correspondencia, proclamas y colaboraciones firmadas y anónimas. Entre los colaboradores destacaron figuras como Domingo Faustino Sarmiento y Manuel Macías, entonces presidente de la Sociedad Republicana de Cuba y Puerto Rico.
Vicuña Mackenna supervisaba personalmente la corrección de pruebas y la distribución de cada edición, que alcanzaba los dos mil ejemplares. De estos, mil se enviaban a Cuba, doscientos a Chile, y el resto a las legaciones hispanoamericanas establecidas en Washington (Orrego 1951, 18). En 1865, el gobierno español prohibió la circulación del periódico por su contenido abiertamente subversivo. Un ejemplo elocuente aparece en el número 14, donde se exhortaba a los cubanos a levantarse en armas: «¡La honra de la redención ha llegado para vosotros! ¡Levantaos como un solo hombre y seréis solo la vanguardia de la América!» (La Voz de la América, 1866, 27).
España me debe una respuesta
El 6 de enero de 2025 presenté formalmente una petición al Ministerio de Justicia de España. A través del Consulado General de España en Chicago, solicité la revisión del criterio que impide reconocer la nacionalidad española de origen a quienes, como yo, descendemos de españoles de Ultramar, es decir, aquellos nacidos en Cuba y Puerto Rico: provincias españolas. Aquí un artículo donde se explica un poco mejor. Lo hice amparado en el derecho fundamental de petición, reconocido por el artículo 29 de la Constitución española, y regulado por la ley orgánica 4/2001, según la cual la administración debe responder la petición en un plazo máximo de tres meses.


Han pasado más de tres meses y sigo sin recibir respuesta alguna. Esta inacción vulnera el marco legal español, que exige una contestación en un plazo máximo de tres meses. Ante este silencio administrativo, he presentado una queja formal mediante el formulario oficial del Ministerio de Justicia. He solicitado una resolución escrita y motivada, y he reiterado mi demanda en cartas dirigidas tanto al ministro Félix Bolaños como al secretario de Estado Manuel Olmedo y la titular María Ester Perez Jerez.
Este no es un simple trámite burocrático. Es una cuestión de justicia histórica. España no puede seguir negando la nacionalidad de origen a los descendientes de aquellos que nacieron siendo españoles y cuya nacionalidad les fue arrebatada por disposición de Derecho extranjero y violento. Esta es una lucha no solo por mis derechos, sino por los de miles de personas en condiciones similares.
Si el Estado español insiste en ignorar nuestros reclamos, no queda más opción que la vía judicial, y llevaremos al ministro a los tribunales si es preciso.
El texto íntegro de la petición puedo publicado en la entrega n.º 45 de esta publicación, helo a líneas seguidas:
Nota verbal n.º 6, de 7 de febrero de 1866, el Enc. de Neg. Matta a su gobierno acerca del objetivo estratégico que significan Cuba y Puerto Rico.