Vengo aquí en defensa de España, y del legítimo derecho de todos los cubanos a la ciudadanía española, desconocida y cercenada ilegalmente por injerencia yanqui en el Tratado de París (en respuesta al comentario 0:45-0:51: “regresar a la Madre Patria, regresar a la colonia”), pero antes de llegar ahí se impone también reivindicar a Estados Unidos. Los cubanos hemos tenido desde antaño (y me incluyo, por cubano, y porque la tengo) una relación muy cercana con Estados Unidos, desde el apoyo de la Corona española a la independencia de las trece colonias (más por darle en la cabeza a Inglaterra que otra cosa, pero el esfuerzo fue contante y sonante) hasta hoy, y lo seguirá siendo, por gratitud, por cercanía, y por admiración también.
Los lazos comerciales y de toda clase fueron aún mayores al emerger aquellas colonias en Estado soberano, a tal grado, que quiero ofrecer dos detalles importantes: (1) en 1836 se publica un opúsculo sobre el abuso que hacían algunos ciudadanos y establecimientos de la bandera norteamericana con el propósito de procurar protección diplomática, (2) entre mediados y fines del siglo XIX existían consulados estadounidenses en casi todos los puertos cubanos y en poblaciones de más de 1000 habitantes: por citar algunos, habían consulados en la Habana desde luego (desde 1783), Santiago de Cuba (1789), Matanzas (1820), Trinidad (1824), Puerto Príncipe (1828), Gibara (1828), Nuevitas (1842), Cárdenas (1843), Manzanillo (1844), Remedios (1844), Cienfuegos (1876), Sagua la Grande (1878), y por otro lado, las naturalizaciones estadounidenses de españoles naturales de Cuba eran tantas que el gobierno pidió consultas al gobierno central. Existen expedientes en los archivos españoles por el que se solicitan instruccuiones sobre cómo proceder en estos casos. Esta situación llevó a España y Estados Unidos a firmar un oscuro protocolo en 1877 cuyo artículo 7 libraba a los estadounidenses de ser juzgados por tribunal militar. Huelga decir que era un negociazo naturalizarse para los cubanos norteamericanos, porque además garantiza un alivio de ser procesado por la justicia penal militar por posibles delitos de sedición, rebelión, etc.
Aquí te dejo una publicación de imagen de YouTube que explica el documento superior. Es más, quiero destacar dos elementos: Céspedes, Agramonte, y otros connotados rebeldes eran, o ciudadanos norteamericanos o simpatizantes de la anexión, quienes pidieron la anexión a Estados Unidos ni bien hubo tiempo de reunirse en Guáimaro, así que no sé de dónde saca el presentador el tono antagónico o la pretendida antonimia o extrañeza. La anexión era también el objetivo de los que financiaron a Narciso López, como lo fue también el de Joaquín de Agüero y Agüero, redactor de una de las declaraciones de independencia no reconocidas, firmada el Puerto Príncipe el 4 de julio de 1851 y por la que fue muerto. Estados Unidos fue uno, si no el más conspicuo de los destinos del exilio cubano ni bien comenzada la guerra civil (1868-1878) y allí radicó la conocida Junta Central Republicana de Cuba y Puerto Rico (establecida en New York en 1865), “ejerciendo facultades dict[at]oriales que no se sabe cómo, ni cuando se le han conferido”,1 y otras asociaciones políticas cubanas; allí fue diseñada la que hoy es bandera de la República y bandera de la nación (cosas distintas, debo añadir). Y a ese gobierno cabildearon los cubanos rebeldes hasta que lograron la intervención en una guerra que tenían los ellos perdida, lograron el desconocimiento de la voluntad popular que se había manifestado a favor de la autonomía, y lograron ¡cómo no! el desconocimiento grosero de la ciudadanía originaria, la española, de todos los cubanos, conque la República nació con ciudadanos robados, y con el peso de no haber devuelto las propiedades confiscadas por España. Así que es perfectamente lógico que cubanos deseen la anexión a Estados Unidos: un país de sólida economía, respeto e igualdad ante la ley (de acuerdo con los tiempos) y donde las personas pueden generalmente alcanzar su máximo potencial.
Ahora bien, el comentario “regresar a la Madre Patria, regresar a la colonia” tan infeliz del presentador, merece un comentario aparte, hechas las salvedades relativas a EEUU. en el comentario anterior, debo comenzar por decir que las muecas de extrañeza, de asco, de intransigencia que hace el presentador están completamente fuera de lugar y de nuevo hace gala de una ignorancia oceánica en relación con nuestro pasado. ¿Regresar a la Madre Patria es acaso un acto tan inconcebible? ¿Por qué? ¿Por qué es tan raro que se pida se respete lo que la mayoría del pueblo pidió en las elecciones de 1898? Pero aun cuando eso no sea posible, tenemos que dejar de demonizar el derecho que debe tener todo cubano a ser ciudadano estadounidense, español, o mantenerse como cubano, si así es su deseo, y mientras exista el Estado cubano, porque o desaparece despoblamiento o se lo traga el mar. En 2022 Cuba, la isla en fuga de Alejandro Mena, publicado por 14ymedio, y en 2024, ¿Cuántos cubanos quedan en Cuba?, por El Toque.
La independencia no significa nada si seguimos oprimiendo al resto de nuestros compatriotas con menoscabo de toda opción, toda opinión que no sea la que el censor determine, y en este caso el independentismo ha resultado ser la corriente que, al no ser capaz de lograr consenso (¿cómo si sólo escupe sangre, fuego y odio?) tuvo que imponerse por la fuerza, por la más sangrienta fuerza, sin otro modo que esparciendo el odio fratricida. Cuando España concede la autonomía en noviembre de 1897 y se verifican las elecciones de 1898, en ese momento los rebeldes, en lugar de deponer las armas y esperar momentos más oportunos, traicionan a sus compatriotas al desconocer esa voluntad soberana y malician una intervención extranjera, que lo primero que hizo fue desconocer esa naturaleza inveterada que por más de 4 siglos tuvieron los naturales de Cuba.
¿Pero cómo fue el asunto de la desnaturalización?
El artículo IX del oneroso Tratado de París dispuso que sólo los súbditos españoles naturales de la península podían conservar la nacionalidad española si declaraban tal intención ante una oficina de registro, con lo cual quedaban preteridos, desconocidos, menoscabados los súbditos españoles naturales de los países cedidos o renunciados, es decir, los españoles de Ultramar, que eran, por mandato de la Constitución de 1876, ciudadanos originarios, y que sin embargo no fueron reconocidos en su naturaleza por imposición de los comisionados norteamericanos en París, vaya por añadidura que españoles de origen canario y balear tuvieron vetada la inscripción hasta diciembre de 1899, es decir, contaron con apenas 4 meses para inscribirse. La injusticia con los españoles de Ultramar, es decir, los naturales de Cuba y Puerto Rico, fue corregida parcialmente dos años después por el Estado español, con la publicación de un decreto del gobierno, de 11 de mayo de 1901, que imponía la carga durísima de inscribirse en el registro consular español dentro del plazo de un año a partir de la entrada en vigor de la norma como única vía para recuperar la nacionalidad perdida.
La ilegalidad e injusticia de esa norma estriba en que no contaba con la garantía de publicidad normativa, porque ya era legislación de un Estado extranjero, a lo que debe sumarse las condiciones de miseria y destrucción después de una guerra civil, el alto índice de analfabetismo, y en general la población probablemente se enfrentaba a carencias más urgentes que la conservación de la nacionalidad española, en un territorio que dejaba de serlo, y en el que los españoles también tuvieron que enfrentar temores a las represalias, que no son más que el resultado lógico de una propaganda que sólo perseguía instaurar el odio al español.
Y por último, España no tuvo colonias en América. España se reprodujo a sí misma y se organizó en reinos, capitanías generales y provincias. Jamás fuimos colonia. Esa es otra propaganda nacionalista, que ha preferido educar hijos que no conocen la identidad de sus padres, y por ende la de ellos mismos.
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Maikel Arista-Salado
Faulay, J. V. (1869). La junta central Republicana de Cuba y Puerto-Rico: establecida en esta ciudad, ejerciendo facultades dictoriales que no se sabe cómo, ni cuando se le han conferido, no pide, sino exsige á los cubanos que aquí residen,... New York, Abril 17, de 1869. Estados Unidos: (n.p.).