España debe resarcir en nosotros, españoles de Ultramar, la ingratitud que supuso la desnaturalización masiva y forzosa de nuestros mayores. ¡Por el reencuentro del pueblo español, es hora de volver a casa!
Si quieres conocer detalles sobre la guerra hispano-estadounidense de 1898, te dejo un pedazo de exposición de la mano de Enrique Rovira, un investigador que conoce esa historia mejor que la palma de su mano, entrevistado por el Cnel. Pedro Baños.
Al rendirse Santiago de Cuba el 3 de julio de 1898, el presidente del gobierno español da instrucciones al secretario de Estado para que comience a negociar la paz. España se rendía. El duque de Almodóvar del Río, a la sazón, jefe de la diplomacia española, al recibir las demandas norteamericanas respondía frenéticamente que la soberanía española sobre las Antillas era incuestionable. Y sí, era incuestionable esa soberanía —tenía razón el ministro. Cuba era suelo soberano español antes incluso de que naciera Estados Unidos. Cuando en 1783, el conde de Aranda, en representación de Su Majestad, reconoce la independencia de las 13 colonias, Cuba llevaba dos siglos y medio como territorio español. Nuestra naturaleza castellana, luego española, es, como bien dijo el duque, incuestionable, y sus naturales, súbditos del rey de España.1
El Tratado de París es un ataque directo a los dos elementos que dan cuerpo al Estado español: territorio y población. Ha sido el desarraigo más vil jamás escrito en ley, como en una ocasión le dije a Su Majestad… bueno, le dije en carta, no es que nos hayamos visto pues… Es —porque para vergüenza o estupor de incautos sigue vigente— una afrenta directa a la soberanía española, azuzada por el sinsentido del independentismo, precariamente sostenido por dos nefandas creencias, que no ideas: (1) España usurpa la tierra, y (2) oprime a sus naturales. La solución es repudiar a España y erigirse en Estado independiente, para lo cual se ha creado y propalado hasta la saciedad una nacionalidad de cartón, que para sobrevivir tiene que repeler su origen y vaciar sus entrañas. Si lo cubano nació y se desarrolló dentro de España, ¿cómo sostener que España oprime esa forma de ser? Ser cubano es una forma de ser español, y oprimir lo cubano es oprimir lo español. Por lo tanto, el independentismo más furibundo, al tener como único vehículo de existencia el menoscabo de lo español es por fuerza el más palpable roedor de lo cubano.
La nobleza cubana por los cubanos fieles
El artículo IX del Tratado de París fue lapidario para todos. Tanto aquellos que por derecho propio se beneficiaban de magistraturas españolas, cuanto los que ni a comida tenían derecho: todos sufrieron el despojo, el abandono, la ingratitud de casa.
Don José María de Herrera y Garro, conde de Fernandina, senador por derecho propio, como lo había sido su padre, fue requerido en noviembre de 1900 por el cónsul general de España en la Habana, sobre si seguía siendo español. De esa condición dependía su curul senatorial. El conde respondió:
«He perdido mi nacionalidad por un acto de violencia ajeno á mi voluntad. El Tratado de París me ha arrancado mi nacionalidad. Si se quiere que yo cese en la investidura de Senador, que el Senado español lo resuelva».
Como consecuencia del Tratado de París por el que todos los nacidos en la isla perdían la nacionalidad española, tras múltiples consultas la Comisión de Actas emitió dictamen el 26 de diciembre de 1901 y propuso al Senado que se considerase perdido su derecho a ser senador, lo que el pleno aprobó el día 30.
También alzó su voz don Manuel de Ciria y Vinent, marqués de Cervera. Se embarcó a Madrid y ante el Congreso de los Diputados leyó su célebre denuncia, que también remitió a la reina regente. He aquí un fragmento:
Esos cubanos dignísimos, compañeros leales en las prosperidades y en los infortunios; esos cubanos que habían contribuido con su palabra y con su acción a mantener incólume la dignidad nacional y la integridad del territorio, fueron sacrificados á las exigencias de una política bastarda, y perdieron en la contienda, á la par que sus prestigios de cubanos, sus privilegios y derechos de españoles. En vano han manifestado su deseo de no renunciar á la nacionalidad española que á doble título habían adquirido; el tratado de París les arrancó definitivamente ese derecho.
Muchos de esos cubanos se agitan hoy en la miseria. Imposibilitados, por su antigua afiliación á los partidos españoles, de ocupar puesto alguno en esta situación anormal, de intervención americana, como lo estarán mañana para ocuparlos dentro de la República, no pueden tampoco reclamar la recompensa legítima de los servicios prestados á la patria. La ley les otorga derechos sagrados; la fe de bautismo se la niega. El solo hecho de haber nacido en Cuba, aunque hijo de padres españoles y con deseos de ser español, les obliga á ser cubanos. No hacen renuncia expresa de sus derechos: la ley-- arbitraria y despótica-se los niega.
Si quieres saber más sobre este documento histórico, aquí te lo dejo para que lo descargues.
Asimismo, la intelectualidad más brillante representada por dos instituciones vivientes del Derecho internacional: el marqués de Olivart y Rafael María de Labra y Cadrana, salieron al paso y salvaron el honor con sus enérgicas protestas. Sin embargo, al ver Olivart que la desnaturalización masiva y forzosa de ciudadanos españoles era inminente e indetenible, publicó solamente 50 ejemplares de su trabajo, con lo cual es realmente una rareza que haya podido dar con ella, lo mismo con las obras de Labra, que no pasaron de una queja académica puntual, rápidamente olvidada. Muertos Olivart y Labra
Una reflexión
Responsabilidades trasatlánticas se amontonan a ambos lados: en los españoles de aquende, por haber asumido con nuestra característica prestancia —y anosmia, y a la postre, anemia— un mito fundacional de paupérrima factura (el cuento de la malanga), cuya férrea creencia en él nos mantiene atados a un culto infantiloide menos elaborado que cualquier mito de la Edad de Bronce mientras el mundo discute de temas más neurálgicos.
ErnestoMiami hace síntesis y catarsis de esa narrativa apócrifa, «con una historia ficticia, de héroes ficticios»,2 que lejos de explicar nuestras esencias, o en el decir de Zambrana «el desenvolvimiento y realización cumplida de [nuestros] peculiares ministerios», tiene sin embargo como único fin justificar la existencia triunfalista y redentora del Estado nacional cubano, a costa de nuestra identidad, a costa de lo que sea para que ese Estado no pueda ser cuestionado, sobre todo su origen.
«La historia, era contada como para niños: en un lugar paradisíaco, la tierra más hermosa que ojos humanos vieran, habitaban unos felices habitantes adonde llegan feroces conquistadores que, usando el acero y usando la religión, masacraban y robaban. Con los años, los valerosos mambises, en busca de la libertad, echaron a aquellos colonialistas. Pero claro, el imperialismo norteamericano impidió por 50 años la prometida y verdadera libertad, hasta que finalmente ellos, o más bien él, el escogido, el egregio Fidel, el impoluto patriota hijo de Martí, entregó la libertad y la soberanía a los cubanos.»3
Otra parte de la responsabilidad recae en los españoles de allende la mar, porque callar hace mucho más fácil y conveniente el olvido, prueba de lo cual, a día de hoy la jurisprudencia del Tribunal Supremo de Justicia en materia de nacionalidad española considera que cubanos y puertorriqueños no eran originariamente españoles. Y tan anchos…
Ley de la Memoria española
El reclamo de nuestros derechos de ciudadanía es tan legítimo como el de Gibraltar, ¿y por qué no se oye igual? En estos tiempos en que España asume con gallardía sus deudas históricas, y lo ha venido haciendo en forma de leyes de memoria, bien haríamos en promover la tramitación de una ley de memoria española para aquellos desahuciados de Ultramar, quienes padecieron el más vil desarraigo escrito en ley. España debe resarcir en nosotros, españoles de Ultramar, la ingratitud que supuso la desnaturalización masiva y forzosa de nuestros mayores. ¡Por el reencuentro del pueblo español, es hora de volver a casa!
Ese resarcimiento lo merece cumplidamente el pueblo español de Cuba, que para guardar la integridad territorial de la nación permaneció dentro de España en sus horas críticas. Cuando en 1824 las provincias continentales daban la espalda definitiva a España, los cubanos no solamente permanecieron, sino que sostuvieron a los que se defendían la soberanía española en San Juan de Ulúa, y para preservarse como españoles hubieron de padecer el atropello de facultades omnímodas concedidas a los capitanes generales, que cerraban las puertas al disfrute de libertades con la consecuente represión que supuso la malhadada Comisión Militar Ejecutiva y Permanente de la Isla de Cuba, y luego el desaire de no poder tomar asiento sus representantes en el parlamento de la nación. Aún así, los cubanos, que siempre han sido castellanos por nacimiento, derrotaron, no una sino tres veces y con admirables lecciones cívicas los intentos de algunos por romper a España: en el Zanjón, en Confluente, y en las elecciones para el régimen autonómico los cubanos estuvieron con España. Si hay que hablar de justicia o de memoria, es vergonzoso que a día de hoy no se hable de los españoles de Ultramar. Esa deuda histórica pide a gritos una atención específica después de un siglo de indiferencia.
Y hablando de convenientes olvidos, en 2023, con motivo de cumplirse siglo y cuarto de la firma del Tratado de París, la Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado publicó El desastre de 1898 visto por las figuras políticas de la Restauración: 125 años de la guerra de Cuba (1898-2023). Con poco más de 200 páginas se intenta rescatar aquella parte de nuestra historia común, pero con importantes vacíos documentales.
El ensayo que sirve de introducción a la compilación no menciona las denuncias del marqués de Cervera, ni las de Labra, ni las de Olivart. No menciona la Comisión de estudio sobre las cuestiones de nacionalidad suscitadas por el artículo IX del Tratado, ni el dictamen que se aprobó para aliviar la injusta pérdida de la nacionalidad española, así como el real decreto de 11 de mayo de 1901. Tampoco trae la legislación y jurisprudencia de rigor que a la postre interpretaría dicho artículo IX, como también se echa de menos la posición de la academia, la prensa y en general otros actores sociales. Esa falta lastra el entendimiento del alcance que tuvo dicho tratado y la desnaturalización masiva y forzosa que ilegalmente decretó.
El texto comete la inaceptable falta siguiente:
Las autoridades norteamericanas se negaron en rotundo, con comentarios incluso de corte racista, considerando que España era la única nación digna de sentarse a la misma mesa frente a los plenipotenciarios americanos. Cuba cambiaba de amo.4 (la negrita es nuestra)
¿Que en 1898 Cuba cambia de amo? Error imperdonable en una publicación oficial del Estado español. España no era el amo de Cuba, y perpetuar esos sintagmas en nada ayudan al esclarecimiento de nuestra historia común.
Excusa para limpiar el paladar
A V.D. Maxestat, ven y sálvame
Algún improbable lector de esta tribuna me sugirió numerase las entregas hebdomadarias del boletín, y gustosamente hube de aquiescer. El verbo, por supuesto, me lo acabo de inventar ahora mismo. Tenemos en castellano el sustantivo «aquiescencia», y el adjetivo «aquiescente», ambos derivados del latín, concretamente del verbo aquiescere, cuya castellanización, sin embargo, no recogen los diccionarios de la Real Academia, pero sí lo registran los lexicones portugués y francés. Como diría el peruano Marco Aurelio Denegri y Santa Gadea (1938-2018), «es un verbo bien formado», con lo cual es perfectamente admisible. De Denegri tomé, y ahora soy orgulloso usuario de, la palabra existenciario, neologismo creado por el peruano para significar el lugar donde existimos. Y yo uso el sintagma «existenciario virtual» para referirme al canal de YouTube y el grupo de Telegram que mantiene Cuba española y cuyos enlaces te dejo, como ya es costumbre. Vaya desde aquí una libación al maestro.
Documentos para la Historia de Cuba (tomo V)
Vista la orfandad documental con que cuenta una parte clave de nuestra historia común, y dada la necesidad de contar una historia más completa, que abarque también y dé voz a esas voces que fueron silenciadas por los grandes poderes, creo necesario anunciar que pronto publicaré una compilación de documentos destinada a suplir dicha carencia.
No es poca cosa, debo decir. Y quizá el fantasma de Hortensia Pichardo me salga de noche… pero bueno… tenemos que sentarnos a hablar, Horten…
Banda sonora de Cuba española
Estrenamos banda sonora gracias la generosa donación de Metal Hispano. La banda ha donado a Cuba española derechos de uso no comercial para presentar el programa, o para despedirlo, vamos para lo que nos dé la gana. Y muy señor mío, ahí está mi madre que no me dejará mentir, en mi vida he escuchado yo heavy metal… hasta que viene Metal Hispano me da el audio y ahora no dejo de escucharla.
No me cabe un alpiste para decir que es una obra especialmente dedicada a este tema, a la traición de 1898. Aquí las partes de la letra que más me gustan:
Las pruebas así lo demuestran Ya no se puede ocultar Aquello no fue una derrota Aquello fue una traición Traidores que aún son mantenidos Sus amos se esconden detrás... (...) Ahora tú, sí tú... Vuela junto a la verdad Brilla con tu luz
Muchas gracias, Metal Hispano.
Mi primera transmisión en directo
Fue un exitazo. Pudimos evacuar muchas dudas, muchas preguntas. Me sentí muy satisfecho con la participación. Estamos preparando una segunda próximamente.
2ª temporada del pódcast
Este pódcast explora temas históricos y legales relacionados con la lucha por el reconocimiento de la ciudadanía española para todos los cubanos, con un enfoque especial en las consecuencias del Tratado de París de 1898. A través de un análisis profundo y un enfoque crítico, se aprecian los efectos duraderos de la desnaturalización masiva y forzosa que afectó a los ciudadanos españoles naturales de Cuba y Puerto Rico en aplicación del artículo IX del mencionado instrumento jurídico internacional. Asimismo, se discuten los esfuerzos actuales para obtener justicia y reparar el agravio histórico. Este espacio es una plataforma para reflexionar sobre la historia, los derechos humanos y la búsqueda de justicia a nivel internacional.
Lista de libros y materiales
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Saludos a todos
Maikel Arista-Salado
Oropeza Chávez, A. B. (2018). La extranjería en el derecho indiano: De las partidas a la recopilación de 1680 (1a ed). Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Jurídicas.
ErnestoMiami (Director). (2024, agosto 24). Prisioneros de la caverna: Cuba, seis décadas después de la revolución [Video recording].
Ídem.
España (2023). El desastre de 1898 visto por las figuras políticas de la Restauración: 125 años de la guerra de Cuba (1898-2023) (Primera edición). (2023). Agencia Estatal Boletín Oficial del Estado. página 16.