«Mi nombre es Estela Marina, nací en la Habana, Cuba, en 1976. Mi historia. como la de muchos descendientes de españoles en el mundo, es una mezcla de resiliencia, amor por mis raíces, y lucha constante por un derecho que nunca debimos haber perdido: nuestra nacionalidad española.»
Así comienza el libro de mi amiga, la bellísima Estela Marina, quien con la grandeza de la sencillez, nos regala una obra absolutamente necesaria para muchos, pero imprescindible para los cubanos. En ese inicio, que he reproducido en esta nota, se reduce uno de los dramas más acuciantes que no ha resuelto el etnos español: traer de vuelta a casa a los descendientes de aquellos españoles que sufrieron el destierro político, expulsados de la nacionalidad española contra todo Derecho, contra sus voluntades individuales, y contra la majestad de la soberanía popular expresada libremente en comicios limpios, en los que participó casi el 50% del padrón electoral, en Cuba, en 1898. Aquí te dejo una conversación que tuvimos ella y yo hace algún tiempo sobre este tema y que me canso de agradecerle, porque para eso, nunca ha perdido ni un minuto en brindarnos apoyo incondicional. Gracias, Estela.
En su libro, que puedes adquirir aquí en EE. UU., y aquí en Europa, Estela Marina va peinando, con paciencia y sin desdoro, qué es la nacionalidad, y en particular, la española, y los intrincados vericuetos que la tradición y los siglos de legislación han creado. Estela nos lleva de la mano, paso por paso, con un lenguaje llano, que no por ello se desentiende de lo técnico, de lo preciso, cuando ha menester.
Alguien pudiera pensar que un resumen más dentro de los muchos que hoy abundan, no trae nada novedoso. Y contra esa apreciación apresurada podría decir que este trabajo de Estela Marina trasciende por dos elementos muy particulares, erigidos en sellos de su carrera profesional, que engalanan la obra, pero son también medidores del alma: 1º, la necesidad de una reforma estructural y abarcadora del Código civil español para que tome en cuenta a los descendientes de españoles, en lugar de remiendos puntuales y coyunturales a cuyo través, si bien España ha venido, sistemáticamente y cada vez con menos tapujos, enfrentándose a su pasado con una ejemplar gallardía, y ha venido resarciendo importantes deudas y olvidos en completa consonancia con su pasado, sus efectos se agotan a los dos o tres años; 2º, el problema de la desnaturalización masiva y forzosa de españoles de origen provocada por el artículo IX del Tratado de París, bandera que con mucho orgullo ha enarbolado Estela desde el primer minuto, y con ella ha andado quien suscribe. España se ha olvidado que fue obligada a desnaturalizar a sus propios ciudadanos con la firma del Tratado de París, de 10 de diciembre de 1898, cuya protesta por parte de don Eugenio Montero Ríos, presidente de la comisión española encargada de negociar el tratado, no se hizo esperar, y a la que dedica el inicio de su conocido Memorandum, anejo al Protocolo n.º 21, de la conferencia del 8 de diciembre de 1898. Óigase al presidente del Senado español:
«La Comisión Española propuso á la Americana el proyecto de varios artículos para el Tratado de paz que esta rechaza.
Se niega á reconocer á los habitantes de los países cedidos y renunciados por España el derecho de optar por la ciudadanía de que hasta ahora gozaron. Y sin embargo, este derecho de opción, que es uno de los más sagrados de la personalidad humana, ha sido constantemente respetado desde que se emancipó el hombre de la servidumbre de la tierra, rindiéndose á este sagrado derecho tributo en los Tratados que sobre cesión territorial se celebraron en el mundo moderno.»
Este párrafo es capital para demostrar que la comisión americana fue advertida de la ilegalidad de sus actos, lo cual convierte este hecho en acto doloso, impuesto contra la voluntad y contra el Derecho de la contraparte, lo cual lo convierte en nulo de toda nulidad, pero más allá, permite que sus efectos puedan retrotaerse al momento anterior a la entrada en vigor del Tratado, y esa es justamente la lucha que Autonomía Concertada para Cuba adelanta, que tanto agradecemos que personas de la estatura y valía de Estela Marina nos acompañe y alce su voz también contra tamaña injusticia. España debe reconocer el legítimo derecho de todos los cubanos a la ciudadanía española. Debe ser un reclamo universal, de españoles, de cubanos y puertorriqueños, descendientes en definitiva de españoles de origen, los de Ultramar también eran españoles.
Desde esta humildísima tribuna recomendamos sin reserva el trabajo de Estela Marina, y exhortamos a todo el que comprenda la trascendental importancia de lo que en esa obra se defiende y explica, a que nos acompañe en esta batalla por el reencuentro del pueblo español, una puerta a la libertad, al respeto de los derechos humanos y a la dignidad personal.
¡Es hora de volver a casa!
Narrativa
De nuestro grupo de Telegram, aquí la contribución de uno de sus miembros más apreciados. Gracias, Rafa:
«Hola a todos los integrantes del grupo. Recientemente en la televisión cubana se ha anunciado con antelación la efeméride de una fecha histórica que antes no era tan anunciada, se trata del 15 de febrero de 1898 cuando explotó el acorazado Maine anclado en el puerto de la Habana. Lo curioso de esto es la forma en que se brindó esta información que también será recordada en los matutinos de algunos centros laborales gubernamentales cuando se haga este recordatorio mañana viernes. Las palabras usadas en la televisión cubana como referencia a este hecho histórico fueron: "El gobierno de Estados Unidos envió a la Habana el acorazado Maine para celebrar la concesión de la autonomía política a Cuba por parte de España". ¿Esto es cierto? ¿Esta es una información ajustada a la verdadera realidad histórica? Si consultamos varias fuentes de carácter bibliográficos como: Cubadebate, National Geographic o Cubaminrex, estas emplean la frase: "visita amistosa"; el Ministerio de Educación de Cuba a través de su web, emplea la frase: "visita de rutina". En ningún caso se ha empleado como pretexto de esa supuesta "visita" la celebración de un gobierno autonómico en la mayor de las Antillas españolas.
Un artículo publicado por el doctor en historia de la universidad Complutense de Madrid Agustín Sánchez Andrés titulado "Entre la espada y la pared", explica con claros detalles los sucesos y móviles que provocaron la presencia de un buque de guerra norteamericano en La bahía de La Habana en un momento tan crucial de aquel entonces. Quiénes desean leerlo, pueden descargar el PDF y buscar en la sección con título: "Estados Unidos y el régimen autonómico cubano", página 28, último párrafo para una mejor comprensión de este suceso que dio origen a una derrota militar que provocó la firma de un tratado donde España pierde soberanía sobre Cuba y los naturales de Cuba y Puerto Rico la nacionalidad española. Cordiales saludos.»
Saludos y gracias a todos,
Maikel Arista-Salado