Con algún retraso publico en este boletín la entrevista que The Opinion Club (Youtube, 2024) tuvo la gentileza de transmitir en directo. Aquí dejo el enlace. Fue un intercambio muy fresco y alentador, porque si bien todos reconocimos que hay una leyenda negra que pesa sobre España y su legado cultural en América y particularmente en Cuba (del que somos parte viva), quizá no sabíamos muy bien cuán extendida está en nuestro día a día, y cuánto ha deformado la visión que tenemos de nosotros mismos.
Comenzando con un poco de genealogía de Autonomía Concertada para Cuba, siempre es un privilegio hablar de José Ramón Morales (1954-2012) y Ferrán Núñez, verdaderos fundadores de este movimiento, y Ferrán como presidente de honor mantiene plenos vínculos con Autonomía Concertada para Cuba.
Tenemos la oportunidad de explicar una vez más la indecible injusticia cometida contra los habitantes de Cuba, españoles todos de origen. Nuestro reclamo tiene como base un elemento que es absolutamente esencial e indispensable: si España no tuvo colonias, y si Cuba y Puerto Rico fueron provincias de Ultramar gobernadas por el principio constitucional de especialidad, entonces son territorios españoles, tan españoles como Barcelona, Sevilla o la Rioja. Territorios insulares, o enclaves africanos, es territorio nacional español, y por lo tanto, por mandato de la Constitución, toda persona nacida en un territorio español adquiere esa nacionalidad por el solo hecho de nacer en esa geografía. El artículo IX del Tratado de París impuso la onerosa e ilegal carga de inscribirse en un registro a los españoles naturales de la península. Es decir, no se reconoció la nacionalidad española de los naturales de Cuba y Puerto Rico. Se hizo total omisión de ellos, como si no existiesen, ¿hay peor desprecio que la total y absoluta indiferencia? Esos españoles, preteridos por razón de su nacimiento, no tuvieron dónde acudir, ni a quien reclamar, fueron sencillamente expulsados del seno de su patria y obligados a aceptar la de nuevo curso.
Tanto la legislación como la jurisprudencia son claras en este aspecto y confirman el hecho aciago de la desnaturalización masiva y forzosa de españoles originarios. El artículo 1 del real decreto de 11 de mayo de 1901 es taxativo, y establece a la letra:
Artículo I. Los naturales de los territorios cedidos o renunciados por España en virtud del Tratado de paz con los Estados Unidos de 10 de diciembre de 1898, que en la fecha del canje de ratificaciones de dicho Tratado habitaban aquellos territorios, han perdido la nacionalidad española (…)1
Es decir, no lo dice Maikel, lo dice una norma de derecho contemporánea con la pérdida. Es decir, es una declaración del gobierno. No bastando la ley, vamos a los tribunales: Sentencia del Tribunal Supremo no. 80, de 18 de octubre de 1904 (pub. 11 de diciembre), ha notado “que los naturales de los territorios de Ultramar perdidos o renunciados, perdieron también la nacionalidad española”.2
Es de notar que cuando España concedió la Carta autonómica y convocó a elecciones, en dichos comicios participó el 49% del padrón electoral, según datos aportados por la investigadora Inés Ronald de Montaud en Política y elecciones en Cuba durante la Restauración.
Con casi el 50% del padrón electoral, y cifras superiores en las provincias orientales, más afectadas por la guerra, estos comicios fueron en realidad un plebiscito, en el que una clara mayoría de la población votó por la autonomía y por mantenerse dentro de España.
Para aquellos que con más mala fe que convicción han dicho públicamente que “Cuba rechazó la Carta autonómica”, he aquí una prueba que echa por tierra esa hipótesis. Queda aquí demostrado que el 48% del padrón electoral se presentó a las urnas, con cifras que superan el 50% en las provincias orientales, aun cuando estaban más afectadas por los rigores de la guerra y la suspensión de garantías. Y en esas condiciones adversas, la estadística demuestra la importancia que tuvieron esos comicios para los propios cubanos. Fue un auténtico plebiscito que tampoco fue respetado. En ese momento, los rebeldes debieron haber depuesto las armas por respeto a la voluntad popular, pero incapaces de imponer su voluntad aun con la violencia de sus propias fuerzas, cabildean la intervención de una potencia extranjera con consecuencias que aún hoy lamentamos, como la desnaturalización masiva y forzosa de españoles originarios.
Y esa es la gran traición que pesa sobre los llamados próceres, quienes jamás antepusieron los intereses generales de sus conciudadanos a los personales. ¿Qué derecho le asisten a Céspedes, a Maceo o a Gómez, o a cualquier generalucho sedicioso para quemar propiedades, extorsionar o incluso decidir sobre la vida y muerte de compatriotas? Sirvan estas líneas para re-examinar nuestro pasado con ojo crítico, y despojarnos de altares consagrados por error.
Pedazos del universo
En esta nueva sección de nuestro boletín me gustaría presentarles manifestaciones artísticas relacionadas con la hispanidad de Cuba, y tengo el inmenso orgullo de inaugurarla con un poema de Víctor Manuel Montalbán, miembro de la Junta directiva interina de ACC, que viene acompañado sobre estas líneas de un imagen que interpreta el poema:
Elegía El Anhelo del Mar El mar susurra un canto, entre olas y arena, Una melodía antigua, que el alma no olvida. Cuba, la isla verde, y España, la lejana, Unidas por el destino, en un abrazo que perdura. La historia tejió lazos, en un tiempo dorado, De sangre y de esperanza, un destino compartido. Castillos de piedra, y palacios de añil, Un legado de belleza, que el tiempo no ha podido destruir. Las calles empedradas, con sabor a café, Y el eco de las risas, bajo un cielo azulado. Las noches de tertulia, con el son y el danzón, En un vals de pasión, que el corazón ha guardado. Pero el viento del cambio, sopló con furia y dolor, Y las dos orillas, se vieron separadas, Con un nudo en la garganta, y un silencio profundo, El mar susurraba, un lamento de fondo. La isla verde, con sus campos de caña, Y las calles empedradas, que ahora se llenan de polvo. España, la lejana, con su corazón herido, Añorando la isla, que en el alma ha vivido. Pero el mar, testigo fiel, de un amor eterno, Susurra una promesa, de un futuro incierto. Un nuevo amanecer, donde el cielo se tiñe de azul, Y las dos orillas, vuelven a unirse, por voluntad de Dios. Cuba y España, unidas por la historia, Unidas por el mar, que une sus destinos. En el futuro que viene, un nuevo canto se escucha, Un canto de esperanza, que el alma reanima. Las calles empedradas, se llenan de vida otra vez, Y el eco de las risas, vuelve a despertar. El sabor del café, y la música del son, Resurgen en el alma, un nuevo corazón. El mar susurra un canto, de amor y de esperanza, Un canto de unidad, que el futuro alienta. Cuba y España, unidas por siempre, Unidas por el mar, un destino que no se extingue.
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Gracias,
Saludos a todos
Maikel Arista-Salado
España (1901). Diario Oficial del Ministerio de la Guerra, 14 de mayo de 1901. Año XIV, Núm. 104, Tomo II, págs. 477-479.
España (1904). Colección legislativa de España. Parte 2. Jurisprudencia administrativa; comprende los reales decretos y reales órdenes dictados por la presidencia del Consejo de Ministros à consulta del Consejo de estado. Ed. oficial. Madrid. Vol. 1-2 (p. 366, 988 del documento)