En una Cuba española..., ¿qué hacemos con la bandera de Narciso López?
una respuesta a una pregunta
Un amigo de este foro me ha enviado una de las preguntas más serias, genuinamente atendibles, y legítimas que me haya hecho nadie desde que empecé a tomar con mayor seriedad la injusticia del Tratado de París de 1898, mucho antes del 7 de octubre de 2022 (¡anota, ya vamos para 2 años de litigio!) cuando presenté la petición en el Consulado de España en Miami, dirigida al Consejo de ministros. Si no lo has leído, aquí te dejo el enlace. Dice la pregunta del amigo de este foro:
Hola Maikel, quisiera saber que piensas o que sientes sobre la bandera actual de Cuba. Yo personamente siento repulsion por ella, no acepto que me representa y no la quiero ver como parte de una Nueva Cuba, solo como un recuerdo de una historia dolorosoa. Como la vez tu? (sic)
En septiembre de 2018, Carlos Cabrera Pérez, periodista cubano afincado en Madrid, tuvo la gentileza de publicar una entrevista muy general sobre mis publicaciones sobre Simbología, a saber: heráldica, condecoraciones, vexilología, numismática, etc., todas de consuno en la misma entrevista. Fue intitulada nada menos que: Maikel Arista-Salado: “La bandera cubana es una obra maestra del diseño” y publicada por el portal CiberCuba. Sostengo sin lugar a dudas que el diseño de la bandera de Narciso López está muy bien logrado, es de una perfección casi mágica. Dicho ello, vamos al grano:
“La bandera es, ante todo, un trapo, que no se nos olvide. tan trapo es la bandera cubana como la de España, o la de EE.UU., porque obviamente, físicamente, es una tela con unos trazos y figuras y una combinación específica de colores y formas que representa al Estado”
Parte I
Hay que aclarar varias cosas para poder al menos entendernos con algunas precisiones que considero necesarias. La bandera, o dicho con mayor precisión, la bandera nacional es, ante todo, un trapo, que no se nos olvide. Tan trapo es la bandera cubana como la de España, como la de EEUU., como cualquier otra, esa es su naturaleza y su esencia, porque objetivamente, físicamente, es una tela con unos trazos, figuras y una combinación específica de colores y formas que representa ora al Estado, ora a la nación, o bien a ambas. Estado y nación son conceptos que el poder quiere confundir, y con ello instalar nociones de legimitidad. Yo creo que son dos cosas distintas. Si tú consideras lo mismo, estamos ya dando un primer paso de entendimiento. Pero entonces es necesario definir ambas instituciones.
El Estado es la organización política de una sociedad. Es una maquinaria, una burocracia, es decir, un aparato que llamado a brindar ciertos servicios a cambio del pago obligatorio de unos tributos. La visión romántica de la bandera es el resultado del auge del nacionalismo en el siglo XIX, que intentó dotar a esa masa amorfa que son los componentes naturales de una nación, de ciertas virtudes y ciertas bondades, frente a la maldad de (inserte aquí el nombre de su enemigo de turno), y esa dualidad se verá trasmutada a los propios nacionales. Por ejemplo, Inglaterra encarnará todos los vicios habidos y por haber, y España todas las virtudes. Este sentido maniqueo atrapa a los nacionalismos de pacotilla y aún no los suelta. Y hablando de bandera, Whitney Smith, por ejemplo, el padre de la Vexilología, que acuñó el término en 1957, decía que la Vexilología es el estudio sistemático de las banderas, su uso, diseño y confección con el empleo del método científico, los demás, los que salen a soltar arengas incendiarias, que resultan ser soflamas sin sustancia, los que no se bajan del discurso “glorioso”, esos son “agitadores de banderas”.1 No hay que ir muy lejos, una búsqueda en internet nos arroja miles de resultados si queremos encontrar información sobre la bandera cubana. Tomado uno de ellos al azar, dice lo siguiente:
Cuenta la historia que se encontraba en la ciudad norteamericana de Nueva York, el General Narciso López, luchando por la gesta independentista de CUBA y cansado por sus trajines general Narciso Lopezrevolucionarios, se quedó dormido en un parque de dicha ciudad. Al despertarse miró al cielo y vio celajes azules y blancos conjuntamente con una mancha roja que producía el sol poniente. Una oscilante estrella brillaba al centro.2 (sic)
No sé realmente quién puede creerse semejante cuento, que por añadidura es un insulto a la inteligencia ¿Por qué tenemos esta visión de endiosamiento de los símbolos? Pues porque cuando las revoluciones liberales acaban con el Antiguo Régimen, se despersonaliza el Estado, es decir, ya no es el rey tal que te cobra los impuestos o te mete preso, ahora es el Estado, que además se representa de manera abstracta con la banderita azul, y el escudito verde, y entonces vienen los fetichismos de considerar la bandera como un objeto sagrado, digno de reverencias, y en definitiva todo ese ritualismo tiene como único objetivo proteger la inviolabilidad del Estado, el Estado reemplaza a Dios.
los demás, los que salen a soltar arengas incendiarias, que resultan ser soflamas sin sustancia, los que no se bajan del discurso de la “gloriosa bandera”, esos son “agitadores de banderas”
El concepto de nación es mucho más complejo, y no se limita al aparato estatal. lo desborda ampliamente y si bien no me atrevería a dejarte una definición, te diría que tiene que ver con un elemento psico-social e históricamente determinado. Me gusta mucho esa definición que toma como eje central de la nación que los individuos se sienten conectados hacia un destino común. No sé de quién es. No me voy a poner a buscar la cita ahora porque no termino nunca.
Aquí se produce algo que yo llamo dualidad simbológica, que es que el mismo símbolo identifica a dos elementos distintos: el Estado y la nación. Al ser dos entidades perfectamente delineadas, cada una con su ámbito de acción, su aparato categorial y sus propios ámbitos de acción, tendrán como es lógico suponer, naturaleza diversa, y por lo tanto, se regularán mediante disímiles mecanismos. El Estado se regula a través del Derecho.
El Estado sólo podrá regular aquellos símbolos que representen al Estado, y la nación regulará los de la nación de acuerdo con sus propios mecanismos
La Ley n.º 128, de los Símbolos Nacionales (que vino a derogar a su antecesora, la n.º 42) es el disparate más grande del mundo por muchas razones que podremos discutir en otro momento, pero principalmente porque el Estado sólo podrá regular aquellos símbolos que representen al Estado, y la nación regulará los de la nación de acuerdo con sus propios mecanismos; por lo tanto, una ley (norma estatal por excelencia) no puede legislar algo que no le pertenece a ese Estado, que no está in rerum natura, es por lo tanto una ley nula porque el Estado carece de competencias para decir qué símbolos usa la nación (y por extensión sus nacionales), el Estado no es el interlocutor de la nación, ni es el dueño de los símbolos de la nación, y esto hay que dejarlo muy claro.
Parte II
Vamos a la bandera cubana: es cierto que la bandera cubana fue creada por personas con intereses esclavistas, que además es una bandera que se intentó poner por la fuerza y fue rendida por el pueblo de Cárdenas (los pobres, al final se la metieron igual en el escudo y para rematar le dan el título de Ciudad Bandera. -¿No quieres caldo? Aquí van 3 tazas). Una bandera que al final se impuso a la fuerza cuando unas tropas rebeldes, fuera de todo Derecho se creyeron con el derecho divino de ser los dueños del país, aun cuando el pueblo había manifestado una posición contraria. Es cierto además que se trata de una bandera invasora, mercenaria, cuyos creadores tenían la intención de establecer en Cuba el sistema de plantación del Sur de EEUU, tremendamente abusivo y de una agresividad cultural sin precedente, tanto es así, que las prácticas religiosas y las lenguas de origen africano en Cuba no solo se mantuvieron, sino que tuvieron un desarrollo extraordinario en menos de un siglo y se incorporan al léxico común cubano. A día de hoy esas lenguas se hablan sin ningún problema en las prácticas religiosas, y el panteón de origen africano más vibrante no puede ser. Sin embargo, los negros del Sur de los Estados Unidos perdieron el idioma en la primera generación y no tienen rastro, idea o noción de sus prácticas religiosas ancestrales, y todos van a la Iglesia protestante los domingos. La religiosidad ha tenido que reconstruirse por pura plasticidad. No solamente no hay rastro de sus lenguas, sino que no hay registros. ¡Ah, pero qué mala era España!
El otro elemento que hay que notar es que la narrativa independentista ha secuestrado nuestra identidad porque es la única forma que tenemos —si bien muy precaria— los cubanos de explicar nuestro origen sin tener que recurrir a España, que es madre nutricia quieras o no quieras, y aún con la bandera de López, hay que pasar por España, pero en fin, esto es harina de otro costal.
Parte III
Nos guste o no, en parte por la fuerza y en parte por el peso de la tradición, te guste o no, o me guste o no, la bandera de Narciso López se ha unido a los códigos generalmente asociados con la nación cubana. ¿Puedes cambiarla? Sólo mediante los mecanismos que informan la adopción, uso y reemplazo de símbolos gregarios. Es decir, tiene que haber mayoría en consenso. Y debemos tener una conversación sobre este asunto. Me parece que es absolutamente necesario, impostergable.
Ahora bien, ¿deberíamos dejar de llamarla bandera nacional, llamarla bandera de Narciso López, como se le conoció toda la vida, o bandera de la República, para dejar claro que representa al Estado, y defender el derecho de la nación de definir sus símbolos y que el Estado se limite a regular el símbolo en tanto y en cuanto represente al Estado, y sólo al Estado. Defender el derecho de todo cubano a no saludar la bandera, algo que debería ser conocimiento público y general para que todos podamos defender esos derechos en defensa de los más desvalidos.
Ahora bien, dicho todo ello, la bandera de la República con todos sus problemas, es una joya del diseño y te remito al artículo de CiberCuba que cité a inicios de estos mensajes.
Parte IV y final
Por mucho que intentemos persuadir sobre la conveniencia de un cambio de bandera, la bandera de López seguirá siendo el referente por muchos años, por décadas me atrevería a decir. En ese escenario, creo que hay hacer un análisis objetivo de la realidad, y que se habría de aplicar lo que los constitucionalistas españoles aplicaron a los títulos nobiliarios cuando vino la confusión de estados y la eliminación de la nobleza como estamento: si hay una realidad que es incompatible con unos principios que son sobrevenidos y no queda más remedio que convivir con las realidades incompatibles, en vez de forzar la realidad, pues cambias la explicación. Al final lo de los títulos se resolvió declarando que la persona que hereda el título lo posee en precario, en representación de su ancestro, y con eso se quitaron de encima tener que explicar por qué en una sociedad de iguales uno es marqués por nacimiento.
¿Habría que cambiar la bandera? No podemos cambiarla. Los símbolos gregarios se reconocen convencionalmente y no hay decreto en este mundo capaz de derogar algo que se sabe por convencimiento pleno y convicción profunda. ¿Resuelve algo cambiar la bandera? Probablemente no resuelva nada y se genere un conflicto como el que tienen muchos países con sus antiguos símbolos. España tiene para hacer dulce de guayaba con las aspas de Borgoña, la bandera de la II República, Italia otro tanto con las armas de Saboya, y yo no estoy exento de estos bretes nacionales, porque aunque ya es más difícil encontrarlas, siempre he usado la bandera venezolana con seis estrellas, etc. A pesar de todos los vaivenes políticos que hemos vivido en nuestro andar esa bandera nos recoge a todos, queramos o no. Sin embargo, como mismo podemos reconocer vestigios de ADN de virus en el nuestro, o vestigios de frases que tienen un origen peculiar en nuestra lengua, también todos los cubanos deberíamos tener claro el origen de esa bandera y lo que ha significado su imposición, a pesar de haber sido rendida en Cárdenas y en Puerto Príncipe. Al hablar sobre nuestra bandera (también es mía, por supuesto), y despojarla de toda magia, misticismo y burundanga, hay que incorporarla a la narrativa pero en su esencia más objetiva, y que quede como evidencia de nuestro propio pasado, es evidencia de lo imbéciles que hemos sido todos, y el mejor cartel que podemos hacer para anunciarlo al mundo es la bandera.
El término usado por Smith es flag waver.
Fuente: https://www.banderacubana.com/, consultado el 5 de abril de 2024
Interesante el artículo,me aclara muchas cosas, aunque no estoy de acurdo con construir una nueva Cuba con un "símbolo proclamando nuestra estupidez" el futuro se construye con visiones nuevas, con optimismo y con propósito. Yo abogo por dejar el símbolo de la estupidez en un museo y que un nuevo símbolo de paz, unión y prosperidad nos represente como una autonomía o provincia. El regreso a lo que por 300 años fuimos.
Creo que no hay mucho más que agregar . La bandera es un símbolo, que es asumido por las mayorias como emblema nacional. Eso no quita que se generen espacios para nuevos (viejos) símbolos que representen la identidad de un grupo o incluso de la nación completa. Todo símbolo es un constructo social, combatir las ideas preconcebidas que además ya tienen un sustrato sentimental es una perdida de tiempo y puede generar confusión y obstáculos a proyectos más importantes. La bandera anexionista fue elegida como bandera en Guaimaro porque el estallido del 68 también pretendía la anexion, con el tiempo ese objetivo cambió y de igual manera mutaron los significados del símbolo.