El año 1943 el nieto de Benjamín Vicuña McKenna visita la Habana, y tiene el valor de decir frente a los académicos de la Historia de Cuba, que él recuerdo de niño a sus mayores diciendo que la bandera de Céspedes fue creada en un despacho de Santiago de Chile. Cuando leí eso, mi radar se activó. El mito fundacional de la nacionalidad cubana ha sido construido sobre la base de una feroz propaganda devenida religión oficial del Estado nacido en 1902, a tal punto, que la condición de cubano se considera en el imaginario incompatible con cualquier otra forma de estructura política que no tenga como principio básico la existencia de un Estado nacional cubano.
El Manifiesto de la Junta Revolucionaria de Cuba no es una declaración de independencia como nos enseñan en la escuela, sino una de las muchos que se proclamaron en España al calor de la Septembrina y bajo los gritos de «Viva España con honra!». De hecho, algunos autores consideran que el Manifiesto de la Junta Revolucionaria de Cuba es en realidad una declaración de apoyo a la Septembrina. Algunos testimonios aseveran que ese día se dijo «Viva Prim», y «Viva la libertad», pero como Lersundi era un conservador opuesto al golpe liberal que se dio en España, y ante la situación de la guerra con Chile, es lógico que la tildara de traidora y le hiciese la guerra, como lo hizo, hasta la llegada del general Dulce, marqués de Castell-Florit.
‘—Pérate ahí, rebobina el cassette, ¿cómo que España estaba en guerra con Chile?—
España, en un intento por recuperar sus antiguos dominios y los dineros en concepto de indemnización que le debían los novísimos gobiernos americanos, ocupa las islas Chincha, pertenecientes al Perú. Chile, uno de los pocos países cuya independencia había sido reconocida por España, le declara la guerra el 25 de septiembre de 1865, y a ese bando se suman Perú (cuya Marina de Guerra era incapaz de desalojar a los ocupantes de Islas Chincha), Bolivia y Ecuador. El gobierno chileno, con una clara intención de desestabilizar a España, encarga a Vicuña McKenna que se convierta en un agitador político y espolee los ánimos independentistas de algunos grupos de criollos en la isla. Los mismos que veían con creciente ojeriza las políticas españolas en Cuba, y tenían legitimas y lógicas aspiraciones de lograr mayor autonomía política.
Los colores y la disposición de la bandera de Céspedes demuestran además que el cuento de la independencia fue un ardid maliciado por la inteligencia chilena; un país que tenía un gran interés en desprender a España de su más importante posesión americana, ya que representaba una amenaza para las advenedizas repúblicas en el hemisferio, muchas de ellas en una situación económica precaria.
No solamente Chile presta ayuda con la propaganda, sino que otorga un crédito al propio Céspedes, por conveniencia, y en el marco de la guerra hispano-sudamericana. Es en este contexto en el que es preciso interpretar el 10 de octubre de 1868 y la bandera de Céspedes.
La historiografía oficial y oficialista dicen que nadie recordaba el diseño de la bandera de López. Mentiras. ¡Guayabas gordas! La bandera de López era conocida y ampliamente rechazada, era, por ser el símbolo de una causa derrotada. López fue vencido por los habitantes de Cárdenas en 1850, fracasada en Camagüey con los fusilamientos de Agüero y Agüero y sus compañeros. Céspedes estaba claro que no podía usar una bandera rechazada en el pasado cuyo significado no se ajustaba a su intención inicial que, en primera instancia, era la de apoyar el golpe liberal de España pero para mantenerse dentro de ella, no declarando la independencia.
El revés de una bandera hace imposible que se la vuelva a emplear. Esa es la razón por la cual la propia bandera de Chile, que data de 1817, no es en realidad la primera de la nación. Sustituyó a la bandera de la Patria Vieja, que se había malogrado en la batalla de Rancagua, durante la reconquista española de Chile.
Algunos testimonios dan fe de la presencia de dos ciudadanos sudamericanos el 10 de octubre de 1868 que posiblemente hayan influido en la decisión de Céspedes de adoptar una bandera que no es otra que la de Chile con los colores invertidos. ¿Agradecimiento por los dineros prestados? ¿Injerencia? ¿Manipulación?
Queda aún mucho por determinar.
Para que nos entendamos. La posición política de Céspedes pasa de ser liberal pro-integrista (¡Viva España con honra y Viva Prim!), a anexionista, para terminar siendo separatista. Las causas de estos vaivenes se justifican por la presión de algunos clubes revolucionarios integrados por criollos masones, sumada a la terquedad de Lersundi (también justificada porque el hemisferio completo estaba en candela entre la guerra civil norteamericana, la invasión francesa de México, las guerras civiles en la América española y la propia guerra con Chile y aliados). Si a esto añadimos las innegables desmesuras de los Voluntarios, así como la poca visión política de sus responsables, podemos comprender mejor las causa de la radicalización de Yara y su bandera. En enero de 1869, el general Dulce, marqués de Castell-Florit, un liberal, reemplaza a Lersundi, pero ya era tarde para atajar el conflicto. El viejo general no pudo contener la histeria provocada por la propaganda y los horrores de los actores desencadenados en una espantosa y sangrienta guerra civil.
Por eso, cuando veo la bandera de Céspedes, me pregunto en cuantos países que fueron parte de España y hoy son repúblicas independientes se regula una bandera que en realidad nació como un asidero al dominio español y no como una bandera separatista. El mal llamado parlamento cubano la muestra sin tapujos, y es una bandera pro-española, con lo cual, perfectamente podemos seguir siendo españoles y cubanos a un mismo tiempo. Como nota curiosa, la página dedicada a Don Domingo Dulce en Wikipedia le otorga nacionalidad cubana y española.
Ojo con la cuestión catalana, que por ahí van los tiros.
En resumen:
El mito fundacional de la nacionalidad cubana ha sido construido sobre una propaganda estatal desde 1902, que asocia la identidad cubana exclusivamente con la existencia de un Estado nacional.
El Manifiesto de la Junta Revolucionaria de Cuba, tradicionalmente considerado como una declaración de independencia, fue en realidad un apoyo a la Revolución de Septiembre en España, no un llamado separatista.
La la bandera de Céspedes, vista como un símbolo de la independencia cubana, fue influida por intereses externos, particularmente de Chile, que tenía un interés estratégico en debilitar a España. Chile no solo brindó apoyo propagandístico, sino también financiero a Céspedes en el contexto de la guerra hispano-sudamericana.
La historiografía oficial que minimiza el rechazo a la bandera de López, y señala que la bandera de Céspedes fue adoptada en un contexto complejo, donde inicialmente se buscaba apoyar el golpe liberal en España y no necesariamente la independencia.
La bandera cubana podría interpretarse como pro-española y reflexiona sobre la posibilidad de mantener una identidad tanto española como cubana.
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Maikel Arista-Salado